lunes, 23 diciembre, 2024
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Las energéticas temen que se desate una burbuja especulativa con los excrementos de cerdo para hacer gas

España acelera para entrar de lleno en la revolución de los gases renovables. Grupos energéticos y fondos de inversión preparan el despliegue por todo el país de cientos de plantas para producir biometano, un gas verde obtenido a partir de biogás mediante el reciclaje de residuos orgánicos y que permite impulsar al descarbonización sustituyendo el consumo del actual gas natural de origen fósil.

Energéticas y firmas financieras tienen en proyecto una avalancha de cerca de 700 plantas de generación de biometano por todo el país, que requerirá la movilización de inversiones de en torno a 12.000 millones de euros para su puesta en marcha. España llega tarde a esta nueva industria (tiene una docena de plantas en marcha, mientras que en otros países europeos ya hay cientos de plantas operativas), pero ahora busca sumarse a lo grande a este ‘boom’ de los gases verdes.

Grandes de la energía como Naturgy, Repsol, Cepsa y Redexis, fondos financieros como Goldman Sachs o Macquarie y otro gran pelotón de compañías ya han confirmado su apuesta por sentrar en la carrera para ser protagonistas en la expansión del biometano en el mercado español. Mucho interés por abrir plantas y mucho interés por asegurarse el suministro de toda la materia orgánica necesaria para alimentarlas.

Para producir biometano hace falta utilizar residuos orgánicos, procedentes especialmente de la ganadería, de la agricultura o de las aguas residuales. Los dueños de las plantas de biogás tienen que garantizarse contar con todos esos residuos para poder generar la energía. Sin residuos, no hay biometano. Sin garantía de tener asegurada la materia orgánica, el proyecto no obtendrá la financiación necesaria. Y en plena avalancha de proyectos en ciernes para instalar cientos de plantas de producción, desde el sector energético se alerta de que empieza a calentarse una burbuja especulativa sobre el precio del estiércol del ganado (sobre todo en el caso de los excrementos de cerdos). Una burbuja que amenaza la propia viabilidad del nuevo negocio.

¿De montaña de m***** a mina de oro?

Se está gestando una burbuja especulativa entre algunas empresas con proyectos de plantas de biometano que prometiendo pagar grandes cantidades por quedarse con residuos ganaderos, especialmente los excrementos de granjas de engorde de cerdo, y entre algunos ganaderos que empiezan a tener unas expectativas de cobro desmedidas”, advierte un directivo de una de las grandes energéticas volcadas en entrar de lleno en el sector con proyectos de plantas de biometano, y que ha empezado a mostrar sus temores por un problema incipiente.

“Entre unos y otros están generando una distorsión en el ámbito de los residuos”, prosigue el ejecutivo del sector energético, “hay un evidente componente especulativo en unas promesas excesivas por parte de outsiders o intermediarios que pueden castigar a todo el sector. No tiene sentido. Si se disparan los costes de producción, el biometano no va a ser viable como alternativa por su alto precio. Si hay que pagar por los residuos, muchas plantas de biometano no se harán”.

Los grupos energéticos temen que la mala praxis de algunas compañías -de momento sólo en tentativa- acaben por inflar una relación comercial entre las plantas de biometano y los ganaderos o agricultores que aún se está diseñando en los albores del sector, que todavía busca fórmulas para ajustarse a las necesidades de unos (conseguir residuos para producir gas) y otros (retirar esos residuos conforme a la ley y reducir los costes de gestionarlos). “No se puede pasar de tener una montaña de mierda a tener una mina de oro. No puede haber una burbuja con esto”, apunta gráficamente otro directivo del sector energético. “El principio tiene que ser el de quien contamina paga. Eso no puede cambiar”.

Las plantas de biometano necesitan de una mezcla de varios tipos de residuos orgánicos para generar la energía. Los estiércoles de los pollos (gallinaza), de vacas y de ovejas ya se estaban pagando para diferentes usos, pero desde el sector ganadero se reconoce que ahora en algunas zonas de España en que se concentran planes para instalar plantas de biometano los precios están ya subiendo sólo por la expectativa de que las energéticas hagan ofertas de retribuciones mayores.

En el caso de los purines de cerdo, su gestión es sobre todo un coste para los ganaderos y las compensaciones casi inexistentes por la dificultad de su transporte y tratamiento (están compuestos en un 95% por agua y sólo el 5% es materia orgánica seca). Pero ciertos promotores de plantas de biometano están prometiendo pagos generosos también por las heces del ganado porcino, ya que son muy útiles para mezclarlos con otros residuos por su alto contenido de líquido y poder mover toda la materia en el proceso de conversión en energía, ahorrándose así las plantas el coste del uso de agua para ello.

“Algunos operadores están inflando las expectativas de los ganaderos, y se puede acabar desvirtuando el mercado anunciando grandes retribuciones”, reconocen también desde la patronal de las gasistas Sedigás. “Existe riesgo de que haya una distorsión, porque se prometen grandes pagos para asegurarse el suministro de residuos, pero los proyectos de plantas de biometano que lo hacen probablemente no se construirán porque no les saldrán los números”, apuntan desde la asociación empresarial. “Los ganaderos no pueden pasar de tener ahora un problema y un coste por gestionar esos residuos a recibir una compensación espectacular. Si no, el biometano no será competitivo”.

El ganadero desconfía

El ánimo de los propios ganaderos se mueve entre el optimismo que genera la expectativa de poder reducir costes en la gestión de los residuos de sus granjas y el escepticismo que provocan las promesas de unas retribuciones desorbitadas de las que desconfían. “Es la primera vez en que los ganaderos nos vemos con esperanza en que nuestros residuos se puedan valorizar y reducir los costes que suponen la gestión de las deyecciones. Lo vemos con cierta ilusión, sobre todo en zonas tensionadas con problemas de espacio para gestionar el estiércol. Es una oportunidad”, reconoce el coordinador del área de sectores ganaderos del sindicato agrario Unió de Pagesos, Jordi Armengol, que, no obstante, advierte de que el campo no cree en cuentos de la lechera ni se esperan retribuciones disparatadas por sus deshechos.

“Las plantas de biometano necesitan nuestros residuos para que el inversor les dé el ‘ok’, eso nos pone en una situación de ventaja. Pero somos conscientes de que ahora sólo hay promesas y que lo importante es cómo se materialicen los contratos”, apuntan desde el sindicato. De hecho, en el caso de los purines de cerdo la aspiración de los ganaderos “debe ser no tanto cobrar por las deyecciones, sino reducir al máximo los costes de gestionarlas e intentar que sea a coste cero. Y esto ya es optimista”.

Los ganaderos están obligados por ley a tener planes de gestión de sus residuos orgánicos aprobados por la Administración. Por eso, las asociaciones empresariales del sector alertan a sus asociados del riesgo de vincular toda la gestión futura de sus deyecciones a plantas de biometano que de momento sólo son planes incipientes y les recomiendan ligarse sólo a proyectos con garantías de solvencia. Tras el proceso de tratamiento de los residuos orgánicos para producir el biometano, se generan otros desechos (digestato) que se utiliza como fertilizante. Las organizaciones empresariales también aconsejan a los ganaderos pactar el modelo comercial y el destino que va a tener ese digestato: si el propio ganadero va a tener que volver a gestionarlo él mismo (así se quita el problema de unos residuos pero tiene que resolver el problema de otros) o si los dueños de la planta se encargarán directamente de su comercialización y venta a terceros.

Los ganaderos aún temen, de hecho, que la burbuja sea realmente la del propio biometano y se muestran cautelosos sobre el porcentaje de proyectos de planta que finalmente se ejecutarán. “Nos interesan proyectos a muy largo plazo, no burbujas”, sentencia Miguel Ángel Higuera, director general de la Asociación Nacional de Productores de Ganado Porcino (Anprogapor).

“Nuestro trabajo es el de producir carne y que sea la mejor, y la gestión de los residuos es un coste que tenemos que reducir todo lo que podamos. Nuestro objetivo no puede sacar dinero por los purines, sino por la carne”, sostiene “Los ganaderos pueden cerrar acuerdos para suministrar sus purines a plantas de biogás, pero el pago por ellos será inexistente o muy reducido. Lo demás son cantos de sirena”, subraya el responsable de la patronal cárnica, que advierte de que las promesas de grandes retribuciones por algunos operadores energéticos pueden hacer que “el sector pierda credibilidad, y acabarán pagando los buenos por culpa de los piratas”.  

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