¿Por dónde empezar? Si respetamos el reloj, ¿por aquellos chicos que hace 100 años se juntaron en Suipacha al 900, en barrio Pueyrredón, para eternizar, sin pretenderlo, la camiseta celeste y blanca? ¿O tiramos una avalancha de datos que reseñan la vida de un club que empezó a crecer en los extramuros de la ciudad, rodeado de gente trabajadora, que hoy atesora la misma condición en una parte en la que Córdoba todavía es plana, sin opulencias, pero en la que siempre fermenta el deseo de tener intacto al club deportivo que dignifica su sentido de pertenencia?
Si optamos por la segunda alternativa, nos vamos a los primeros años de sacrificio y progreso; de amateurismo y ascensos; de empezar desde lo más bajo hasta integrar la elite del fútbol argentino. Por eso en 1953 consiguió su primer título en la Liga Cordobesa; por eso, en 1967, tras salir un par de veces campeón en esa década, estuvo a un paso de representar a Córdoba en el primer torneo Nacional organizado por la AFA; por eso, su mejor década, la de los 80; por eso su resurrección en 1999; por eso, el prolongado letargo de comienzo de siglo y, por eso, su reciente resurgimiento que intenta devolverlo a épocas de mieles y festejos.
Es el Racing cordobés, el de Nueva Italia, el del estadio Miguel Sancho; el de Carlos y Ricardo Videla; el de la “Cata” Romero; el de Jover, Alcaráz, Loureiro, Solves, Soto, Valdéz, Giuliano, Aramayo; el del “Gato” Bujedo; el de “Chupete” Guerini; el de Derderian, Saporiti y Commisso; el de Gasparini y Amuchástegui; el de Sotomayor; el de Chaparro y Serrizuela; el del “Negro” Ramos y todos los pibes de la triple gesta del ‘99; el todavía caliente regreso con gloria desde San Luis, de la mano de “Calidad” Rodríguez y los pies de Emmanuel Giménez.
Racing son esos grandes jugadores y muchos más. Y también es educación en sus tres niveles, en la vecina Escuela Modelo de Juego y Deporte, en la visión de viejos dirigentes que en la iluminada década del 80 hicieron un golazo que retumbó en las aulas, al haber sido precursores de una educación académica que cada día se está extendiendo en más y más clubes. No puede haber deporte sin educación y no puede haber educación sin deporte, fue su lema no escrito.
Racing cumple 100 años y, aunque siempre aspira a más, hoy goza de buena salud. Por sus dirigentes, por sus jugadores, por sus empleados y, sobre todo, por sus hinchas, los que antes comían mandarina y maní en el entretiempo, y los que hoy se juntan al costado de las vías del ferrocarril para hacer la previa con un asadito en el medio. Mientras tanto, ondea orgullosa la celeste y blanca en el este de la ciudad. Todos ellos lo hicieron posible.