A veces, el tesoro de unos puede estar escondido en la basura de otros. Eso lo comprobó Mat Winter, un joven del Reino Unido que, a los 11 años, encontró en un vertedero lo que parecía ser un cuadro interesante. Sin saberlo en ese momento, tenía en sus manos una obra renacentista de 1513, valuada en miles de dólares.
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Mat relató que estaba explorando el basurero de su localidad cuando una mujer descartó un grupo de objetos. Entre ellos, rescató una pintura que le llamó la atención: representaba a un caballero medieval en un bosque rodeado de criaturas demoníacas.
Fascinado por su detalle, la llevó a casa y la enmarcó, convirtiéndola en una pieza destacada de su pequeño negocio de antigüedades que había iniciado junto a su tía en el garaje familiar.
Un hallazgo que esperaba su momento
Doce años después, al limpiar el lugar, Mat redescubrió la obra y decidió llevarla a una casa de subastas en Lichfield. Allí, el director Jim Spencer quedó impresionado al analizar el cuadro. Según explicó Mat, Spencer estaba “asombrado” y no podía ocultar su emoción al examinarlo.
Tras realizar pruebas técnicas, el experto determinó que la pieza era una creación de Alberto Durero, un renombrado pintor y grabador alemán del Renacimiento. Titulada Caballero, la muerte y el diablo, la obra es una de las más emblemáticas del artista, conocido por sus detalladas grabados y dibujos.
Autentificada en el Museo Británico, la obra fue tasada entre 10.000 y 20.000 libras esterlinas, aunque finalmente se subastó por 33.300 dólares. El comprador, un coleccionista alemán, llevó el cuadro de regreso a su país de origen, algo que Mat consideró simbólico: “De alguna manera, está volviendo a casa”, comentó.
Con el dinero obtenido, Mat planea comprarse un auto nuevo, cerrando así una historia que comenzó como una simple aventura infantil en un basurero y terminó con un descubrimiento invaluable del Renacimiento.