sábado, 28 diciembre, 2024
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Así es El aprendiz, la película sobre los comienzos de Donald Trump

Como sucede hoy entre nosotros, el mundo es leído en el yermo universo simbólico de categorías binarias del protagonista. Para él sólo corresponde saber si se es un matador o un perdedor. Cualquier otro atributo está subordinado a las dos posiciones antitéticas entre quienes dan órdenes, imponen las reglas y acumulan dinero y poder y aquellos que permanecen a su merced.

Cuando el joven Donald Trump le explica a una de sus mujeres su filosofía social saturada de testosterona añade una exégesis clave: ser un asesino equivale a ser un ganador. Es la visión dominante del mundo; he aquí una genealogía lingüística de la voluntad de poder de nuestro tiempo, he aquí al mayor referente de la rampante matriz con la que se gobierna.

El aprendiz se ciñe a un período de la vida del nuevamente presidente de Estados Unidos, Donald Trump. La infancia y el siglo en curso quedan reservados para futuras películas o biografías. El segmento elegido se limita a la década entre 1970 y 1980, tiempo del nacimiento del hombre de negocios, tiempo de aprendizaje.

«El aprendiz», la película que explora los inicios de Donald Trump (Captura de pantalla).

En efecto, Trump fue moldeado por la pedagogía de un inescrupuloso de otro tiempo: Roy Cohn, hombre de leyes cuya interpretación de la justicia parece insistir en que las leyes las escriben y las trasgreden los poderosos; en la práctica y en el siglo 20, todo se compra, todo es motivo de extorsión, todo responde a la lógica de los negocios.

Más que un biopic El aprendiz es un doble retrato abreviado: el de una psicología en consonancia con un modelo social que hoy se vierte como el único disponible en el orden vigente. Trump no es otra cosa que una hipérbole de un capitalista total.

Todo lo que pasa y lo que existe se regula en relación con la ganancia, la dimensión afectiva se atiene a las reglas de la economía. La discusión entre la primera mujer de Trump, él y su abogado, a propósito de los acuerdos prenupciales en materia de bienes, es la glosa de una forma de vida espiritualmente mezquina.

Quien haya leído un poco sobre la historia de Trump y su imperio inmobiliario confirmará los datos conocidos de la historia de su fortuna. Aunque varios detalles completan una perspectiva, el lazo con Cohn establece un nexo con el pasado que lleva a conjeturar de dónde proviene el imaginario político.

La relación del jurista con el senador Joseph Raymond McCarthy constituye no solamente una genealogía política, sino también un léxico y una noción de enemigo. El aprendiz desempolva una tradición y un instante privilegiado de transmisión generacional. Trump no deja ser un espectro reciclado del siglo 20.

Quien está detrás de cámara nació en Teherán y se educó cinematográficamente en Estocolmo. ¿Por qué ha sido él el elegido para esta película sobre estadounidenses? Los títulos precedentes de Ali Abbasi tienen algo en común con El aprendiz: son retratos de seres monstruosos.

Un monstruo nunca deja de ser humano, pero, si se lo reconoce como tal, debería producir vergüenza. Como la indecencia está de moda, un monstruo acopia seguidores y gana elecciones.

Pero El aprendiz no sería lo que es si no fuera por Sebastian Stan como Trump. El actor rumano acude a los reconocibles gestos grotescos del presidente en instancias pasajeras como un primer beso o la desesperación muda frente a la pérdida de un ser querido; prefiere incursionar por los secretos del alma de su personaje y evitar la mimesis perfecta y el calco conductual. Y eso permite divisar un descubrimiento: los monstruos son vulnerables.

Para ver “El aprendiz”

The Apprentice, EE.UU., 2024. Dirección: Ali Abbasi. Guion: Gabriel Sherman. Fotografía: Kasper Tuxen. Música: David Holmes, Brian Irvine, Martin Dirkov. Intérpretes: Sebastian Stan, Jeremy Strong, Maria Bakalova, Martin Donovan. Duración: 120 minutos. En Flow.

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