jueves, 9 enero, 2025
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La temporada marplatense que fue furor hace 50 años: los galanes, un bello fracaso y el café concert en tiempos convulsionados

La temporada teatral y musical de Mar del Plata de 1975 incluyó a verdaderas gemas en tiempos en los que los nubarrones más oscuros iban desplegando sus formas sobre las playas y el país. Hace 50 años, en la cartelera de verano se presentó la segunda edición de las obras de “los galanes” que venían de romper récords de audiencias en la televisión junto a una típica comedia de Darío Vittori, un espectáculo protagonizado Luis Sandrini y otro con Alberto Closas. Pero había más, mucho más. Entre la múltiple oferta hubo dos elencos encabezados por las duplas que conformaron Ernesto Bianco y Osvaldo Miranda, y la de Nora Cárpena con Guillermo Bredeston; a las que se le sumaron un espectáculo musical con Mariano Mores y Beba Bidart, una obra de Les Luthiers que anduvo muy bien en la boletería, junto con otra producida por China Zorrilla que se transformó en el más bello fracaso del que se tenga recuerdo. Fue Soledad Silveyra, quien estaba presentando en el Teatro Colón Sabor a miel dirigida por Sergio Renán, una de las tantas actrices y actores que defendió a capa y espada a ese espectáculo de culto que todos elogiaban. pero tan pocos veían.

Rodolfo Bebán, Claudio García Satur y Arlando André en un ensayo de Somos hombres y algo más, la obra que protagonizaron en el teatro Provincial, de Mar del Platahttps://www.facebook.com/people/Grandes-de-la-Escena-Nacional/100044264327591/?__tn__=-UC*F

Había más todavía. En medio de este panorama de sol, playa, picadas, ojotas y grandes marquesinas, hubo dos montajes internacionales basados en tragedias escritas por Federico García Lorca. La gran actriz española Nuria Espert protagonizó una radical puesta de Yerma y el coreógrafo Antonio Gades presentó Bodas de sangre como parte de una gira que había comenzado en Nueva York. Contra todo pronóstico, anduvieron muy bien en la taquilla. Todo eso sucedía mientras, en Buenos Aires, Susana Giménez y Jorge Porcel estaban haciendo revista en el Astros y en los cines se proyectaba Cabaret, con Liza Minnelli, y El graduado, con Dustin Hoffman. Fue el mismo año en el que Leonardo Favio estrenó la película Nazareno Cruz y el lobo y en el cual se despidió Sui Generis.

Según registros de la época, en aquellos meses de verano de la temporada 1974/1975 concurrieron a ver los espectáculos teatrales y musicales en los grandes teatros, los café concerts y las carpas de circo más cantidad de personas que las que fueron al Casino Central de Mar del Plata. En el circuito del café concert se presentó una de las versiones de Tres mujeres para el show, con Susana Rinaldi, Chabuca Grande y Marián Farías Gómez. En Edipo, otro reducto de la época, estaba la brasileña María Creuza. En el circuito de espectáculos para todas las edades convivieron el de Jacinta Pichimahuida, basado en otro éxito televisivo, junto al de Jovita Luna. En circuito de carpas, estaba el show de Carlitos Balá y la mega producción del Circo Tihany, la lujosa compañía fundada por el ilusionista húngaro Franz Czeiler.

En la temporada de Mar del Plata de 1975 hubo más público presenciando espectáculos teatrales, musicales y de circo que gente en el Casino CentralFacebook

En perspectiva, la diversidad de espectáculos configuraban una especie de manifiesto sobre lo diverso en términos de programación como de público, Por otra parte, la presencia de artistas internacionales, como Nuria Espert, Antonio Gades, María Creuza y Chabuca Grande; coincidía con los momentos culminantes de sus respectivas trayectorias.

Según registros históricos de Aadet, la entidad que nuclea a los gestores de la escena comercial, en aquella temporada había 18 salas marplatenses afiliadas a la cámara. El precio de los localidades iba de los 30 a 70 pesos. La temporada había comenzado el 9 de diciembre, como era costumbre en aquellos tiempos. Según el registro que contempla el movimiento en boletería hasta fin de enero, el trío de los galanes conformado por Rodolfo Bebán, Claudio García Satur y Arnaldo André fue la propuesta que arrasó en lo que hace a venta de entradas. En el escenario del Teatro Provincial presentaron Somos hombres y algo más. Actuaban junto a ellos Virginia Faiad, Gabriela Gili y María Valenzuela.

Estadísticas de la temporada teatral en Mar del Plata de 1975

Desde las 10 de la mañana había gente en la boletería para poder sacar la entrada. La sala siempre estuvo llena con un público femenino que esperaba a los galanes a la salida. “Te convocaban según el éxito obtenido en las telenovelas. Lamentablemente, como hoy casi no hay ficción en la pantalla chica, eso no les va a suceder a mis colegas jóvenes. Pero aquellos que pudimos estar presentes en esas grandes telenovelas hoy estamos vigentes gracias a ellas”, apuntó Arnaldo André en una nota de hace dos años que mantiene actualidad en cuanto a la falta de ficción en la televisión. El galán de todos los tiempos venía de hacer Rolando Rivas y Pobre diabla, dos telenovelas de Alberto Migré que marcaron récords de audiencia.

El país estaba en manos de la presidenta Isabel Martínez de Perón, conocida como “Isabelita”. Las crónicas de la época cuentan que la viuda de Perón se instaló ese verano en Chapadmalal. Era común que realizara paseos en auto por Cabo Corrientes y la Playa Bristol acompañada por Jorge López Rega, su estrecho colaborador que fue figura clave en la creación de la Triple A, por la que muchos artistas debieron abandonar el país. De hecho, Norma Aleandro, quien ese mismo verano de 1975 presentó su unipersonal Sobre el amor y otros cuentos en un pequeño café-teatro de Paseo Colón, al año siguiente tuvo que iniciar su exilio amenazada por la Triple A.

Raúl Aubel, Beatriz Taibo, Jorge Martínez y Thelma Biral protagonizaron Las sonrisas no se venden, uno de los espectáculos más taquilleros de hace 50 añosFacebook

Mientras los galanes causaban furor en el Teatro Provincial, en el mismo complejo diseñado por Alejandro Bustillo a Isabelita se le acondicionó a fin de enero una habitación del hotel para que vea la transmisión del Gran Premio de Brasil de Fórmula Uno en el que Carlos Reutemann salió octavo. Lo hizo a lo grande: con un televisor color instalado por unos franceses cuando en los hogares argentinos las pantallas eran en blanco y negro. En el balneario La Perla se instalaron unos móviles para enviar telegramas. La telefonía celular ni formaba parte de la ciencia ficción.

Cerca de esa playa el trío compuesto por Bebán/García Satur/André lideró cómodamente el ranking de la taquilla. Debutaron la noche de Navidad de 1974. Hasta fin de enero, habían recaudado casi 2.670.000 pesos, sacándole al segundo espectáculo una diferencia abrumadora. Según estadísticas de aquella temporada hubo otro tres propuestas que superaron el millón de pesos en recaudaciones hasta fin de enero: la de Mariano Mores, seguida por la comedia Las sonrisas no se venden, con Thelma Biral y Beatriz Taibo, y la de Les Luthiers.

Les Luthiers en su formación de los años 70

Entre tantos tanques tan diversos se produjo el más bello fracaso en una historia ya contada en estas mismas páginas pero que siempre es bueno recordar. En su carácter de productora, China Zorrilla presentó Arlequino, servidor de dos patrones, de Carlo Goldoni. Actuaban Gianni Lunadi, Villanueva Cosse, Pepe Novoa, Ulises Dumont, Mirta Busnelli, Alicia Zanca y Mariquita Valenzuela, entre un numeroso elenco. La estrenaron en el Teatro Diagonal, lejos del centro marplatense. Cuentan que el público que iba a ver la obra terminaba ovacionándolo, pero en boletería la cosa no andaba. A las semanas de iniciada la temporada, a China Zorrilla no le quedó otra que reunir al elenco para anunciarles el final. Como despedida se le ocurrió programar una función un lunes, para que los otros elencos pudieran verla.

Arlequino, servidor de dos patrones, con Mirtha Busnelli

Terminada la función, en medio de los aplausos y las ovaciones, la gran China le dijo a ese platea colmada: “Acaban de ver el último Arlequino en Mar del Plata”. Al salir al hall se encontró con los Les Luthiers, con Soledad Silveyra, con Susana Rinaldi, con algunos de los galanes, con el elenco de Orquesta de señoritas y con tantos otros. “No baja de cartel. Todos nosotros la vamos a mantener”, le dijeron. Y así fue. Al día siguiente los elencos se reunieron en el Hotel Provincial. Unos, decidieron hacerse cargo de algunos sueldos; otros, pagaron al equipo técnico o la publicidad. Así se fue armando la cosa. Desde ese lunes de supuesta despedida, los elencos de Mar del Plata al terminar sus respectivas funciones aconsejaban al público ir a ver la obra de Goldoni. “El hecho de que los actores mostraran esa solidaridad era como estar viviendo una fantasía deseada, como ser parte de un movimiento muy dulce (…). Gracias a los colegas, a los otros artistas, Arlequino tuvo su revancha”, apuntó el director y actor Villanueva Cosse en una nota de LA NACION que recordaba ese bello fracaso.

La temporada en Mar del Plata de hace 50 años tiene aún más postales imborrables. Fue el año en el que en medio de tantos títulos se impusieron dos dramas lorquianos mientras en las radios sonaban los éxitos de Queen y de ABBA. El gran bailarín y coreógrafo español Antonio Gades presentó en el Ópera Bodas de sangre, montaje que venía de hacer gira por los Estados Unidos y Latinoamérica. En paralelo, en el Neptuno, hizo temporada una radical versión de Yerma, con puesta del tucumano Víctor García, una de las figuras de la vanguardia de la escena mundial. El director venía de dirigir una obra con Anthony Hopkins por pedido del mismísimo Laurence Olivier. A Mar del Plata llevó a Nuria Espert, la gran dama de la escena española, encabezando ese elenco que trabajaba en medio de un dispositivo escenográfico impactante. Contra todo lo imaginable, en boletería funcionó del mismo modo que varias comedias ligeras a cargo de actores y actrices muy reconocidos.

Yerma, en la puesta de la temporada 1974/1975Archivo

Llegado febrero, Isabelita firmó un decreto por el cual facultaba al Ejército la ejecución de “las operaciones militares que sean necesarias a efectos de neutralizar y/o aniquilar el accionar de los elementos subversivos” en Tucumán. El mismo mes, la capital del espectáculo de verano sumó un mojón que se convirtió en rito: se realizó la primera entrega de los Premios Estrellas de Mar. El jurado estuvo conformado por personalidades que jugaban un rol clave en los medios y en la difusión de la música y los títulos de esa temporada: Juan Alberto Mateyko, Sergio Velasco Ferrero y José de Zer, entre otros. Como asesor del jurado figuraba Eduardo Bergara Leumann. Cuenta la historia que el primer trofeo fue realizado artesanalmente, moldeando una estrella de mar auténtica, posteriormente fundida en bronce.

La propuesta de Les Luthiers ganó como mejor espectáculo musical. El productor Enrique Carreras recibió una mención por haber construido un teatro (el que, actualmente, lleva su nombres). Como revelación ganó María Marta Serra Lima. Y Arlequino, el gran fracaso producido por China Zorrilla, fue elegida como la obra de la temporada y Gianni Lunadi obtuvo su Estrella de Mar como mejor actor. No había una versión dorada de los premios como tampoco alfombra roja. Eran otros tiempos. Pero la historia de la temporada de hace 50 años tiene su prehistoria. La recordó hace poco el empresario teatral Carlos Rottemberg en su cuenta del Multiteatro.

En un gira americana que había comenzado en Nueva York, el gran coreógrafo Antonio Gades presentó Bodas de sangreantoniogades.com

Es que en la temporada de 1950, hace 75 años, el teatro porteño de producción empezó a estar presente en Mar del Plata con obras en las que actuaban figuras como Luisa Vehil, Esteban Serrador, Blanca Podestá, Enrique Serrano, Fanny Navarro, Ángel Magaña, Luis Sandrini, Tita Merello u Osvaldo Miranda. En paralelo, la escena marplatense empezó a organizarse, a madurar, a presentar sus propias propuestas. “Mar del Plata cumple 75 años de aquella iniciación profesional en cuanto a la consolidación como el único balneario del mundo que tiene al teatro como una de sus atracciones para quienes la visitan”, afirma Carlos Rottemberg, el dueño de varias salas en las que se presentaron algunos de los títulos de aquella mágica temporada hace ya cinco décadas.

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