El cómic y la historieta española, no serían igual si el egabrense Ernesto Pérez Donaz, no hubiese destacado entre los pioneros de las primeras tiras cómicas que se publicaron en España y haber sido el autor del primer número de la revista TBO en 1917, la revista con historieta que alcanzó mayor popularidad de entre todas las de su estilo publicadas en España hasta los años treinta del pasado siglo XX y que contribuyó a establecer entre la población el uso del modismo «tebeo» para referirse a una revista con historietas.
Una figura que en los últimos años la Biblioteca Municipal “Juan Soca” de Cabra viene rescatando gracias a su responsable, José Pérez Muñoz, desde que la descubriera en el año 2016 y que dio a conocer en CÓRDOBA con un artículo publicado el 22 de enero del 2017 con el título “Donaz, pionero de la historieta”.
Donaz, como mayormente firmaba sus trabajos, fue dibujante de prensa, caricaturista, ilustrador, escritor e historietista, nació hace 150 años en Cabra, el 13 de julio de 1875, siendo su nombre completo Ernesto Juan Gualberto de la Santísima Trinidad Pérez y Donaz.
Marchó a Madrid con sus padres y sus tres hermanos, cuando contaba tres años, destacando como un brillante estudiante en el Instituto Cardenal Cisneros e iniciando en 1892, la carrera de Derecho, que no la terminaría hasta catorce años después debido a que tuvo que compaginar los estudios con el trabajo.
Prometedor pintor modernista en su juventud, estudió en la Escuela Especial de Pintura de Madrid, en donde fue alumno del pintor navarro Enrique Sanz y llegó a presentar una serie de paisajes en óleo a las ediciones de 1897, 1899 y 1906 de la Exposición Nacional de Bellas Artes, obteniendo una mención de honor en la última de ellas por una obra en la que introdujo elementos humorísticos.
No tardó en inclinarse por la ilustración, mucho más rentable en términos económicos, iniciando en 1898 su colaboración con Madrid Cómico, puntera revista de humor dirigida por Sinesio Delgado. Pronto su firma se hizo habitual en diversas revistas de Madrid y Barcelona, como Nuevo Mundo, Monos y Hojas Sueltas. En 1902 invirtió personalmente en la publicación de postales en las que retrataba a músicos y temas de actualidad. Más tarde también probaría suerte en la publicidad.
Sus profundas convicciones religiosas no le impidieron trabajar en multitud de revistas eróticas, muy populares en las primeras décadas del siglo XX, entre las que destacaban cabeceras como Mundo Galante o La Saeta. A lo largo de su carrera utilizó diferentes seudónimos, como Juan Gualberto o Equis.
Una pujante industria editorial
En 1915 se instaló en Barcelona, donde había una pujante industria editorial, ilustrando allí numerosos folletines, como La espía vienesa, y publicaciones de todos los géneros, alcanzando una productividad desbordante y un prestigio creciente.
Aunque ya previamente había realizado algunas creaciones dirigidas al público infantil, fue a partir de 1916 cuando se centró más en estos lectores, convirtiéndose en habitual de revistas como Domiguín o Charlotín. Fue entonces cuando retomó su relación con el escritor humorista Joaquín Arques y Escriña, con quien en 1917 creó la revista TBO, que se convertiría en un éxito instantáneo.
En 1919 conoció a Juan Bruguera Teixidó, quien en poco tiempo construyó una importantísima empresa de publicaciones a partir de la editorial El Gato Negro. Las revistas creadas por el editor e ilustradas por el dibujante -que también escribió algunos textos- eran de todo tipo, incluyendo cabeceras dedicadas a toreros o bandidos y otras sicalípticas o de chistes sobre baturros, un género muy popular en la época. Entre las revistas humorísticas, destacó Pulgarcito, gran rival de TBO y para la que igualmente trabajó.
Además de su prolífica colaboración con las distintas revistas de El Gato Negro, también tuvo tiempo para otros proyectos, como la publicación de su propia revista Polichinela (1921), o la comercialización de colecciones de cromos.
Emprendedor y avanzado a su época, fue de los primeros dibujantes españoles en incluir bocadillos de diálogo en sus viñetas, siendo tal su labor innovadora que lo llevó a destacar entre uno de los precursores de este arte y ser uno de los inventores del lenguaje gráfico que se ha venido desarrollando hasta nuestros días.
Estilo sencillo y gran capacidad
Siempre se caracterizó por un estilo sencillo y por su gran capacidad para la narración visual, lo que le convierte en nombre fundacional del tebeo nacional. Fallecido en 1938 en Barcelona, donde su labor fue muy reconocida, la artística saga a la que pertenecía, y que incluía a su hermana Elvira, pianista y compositora, y a su hermano José, fotógrafo profesional, se prolongó con sus hijos Ernesto, escritor, y Amadeo, dibujante y periodista.
Una importancia y labor de recuperación de este creador en estos últimos años, en donde la zaragozana Taula Ediciones, ha tenido un papel importante junto a la Biblioteca Municipal de Cabra. Así la editorial aragonesa, en la colección Tebeos de Oro, dedicó una serie dedicada a Donaz, en la que el número 1 corresponde a Compañeros de Aventuras y el 2 a El Misterio del Castillo. Además, la edición de un libro monográfico que con el título “Donaz, Un egabrense pionero de la historieta”, obra de Dionisio Platel y Joaquín Campo, presenta en sus páginas un estudio biográfico y una selección de sus historietas.
Por su parte, la Biblioteca Municipal de Cabra, sigue trabajando en la recopilación de todo el material posible de Ernesto Pérez Donaz, no solo para el estudio de su obra, sino para dar a conocer su figura y su importancia para la historia del cómic español.
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