Familiares y amigos de Franco Amaya, el joven de 18 años que fue asesinado en un control policial la noche del 22 de febrero de 2017, lo recordaron a ocho años de su muerte. El reclamo contra la violencia institucional y el “gatillo fácil” volvió a repetirse en un comunicado que se difundió este sábado.
El caso conmocionó a toda la región. Esa noche, Franco y su primo Agustín circulaban en moto por la calle Los Gigantes. Se dirigían a cambiarse de ropa antes de asistir a un show de Ulises Bueno en el boliche Molino Rojo.
Sin embargo, fueron interceptados por un control policial ubicado en la zona, Una pericia posterior confirmó que los frenos de la moto fallaron, impidiendo que Franco pudiera detenerse. Pero al ver que el rodado no se detenía, el agente Rodrigo Maximiliano Velardo Bustos, de 26 años, le disparó. A su lado, estaba el oficial José Ezequiel Villagra, de 23 años, a cargo del operativo.
El caso derivó en una investigación que arrojó que ambos policías tenían presencia de alcohol en sangre al momento del hecho.
La familia de Franco, acompañada por organizaciones de derechos humanos, ha mantenido vigente el reclamo de justicia y ha convertido su lucha en un símbolo contra la violencia institucional.
Cada aniversario de su muerte se convierte en un recordatorio. El homicidio de Franco, fue juzgado en 2018 por la Cámara 11a. del Crimen de Córdoba (fue condenado el policía Maximiliano Velardo Bustos a 12 años de prisión, como culpable del delito de homicidio agravado por el uso de arma de fuego).
Aunque hubo una sentencia, para los familiares el fallo no significa que haya habido Justicia. “Justicia es que no pase nunca más”, repiten sus allegados, con el pedido que se implementen medidas para evitar que otros jóvenes sufran el mismo destino.