La planta de tratamiento de residuos que Epremasa, la empresa de gestión ambiental de la Diputación posee en Montalbán, se prepara para dar un nuevo paso hacia la economía circular. La junta general de la compañía ha aprobado esta misma semana un cambio en los estatutos para ampliar su objeto y poder comercializar los productos que obtiene mediante el reciclado, a saber: fertilizantes y biometanol.
Casi todos los residuos domésticos pueden tener una segunda vida, algunos son más fáciles de reciclar que otros. El papel y el cartón, así como el cristal y los envases ligeros, ya vienen seleccionados en su mayor parte desde los hogares, lo que permite que Epremasa los lleve hasta operadores autorizados para su reutilización. La materia orgánica, por contra, conlleva otros procesos que ya se hacen en la planta de Montalbán.
Una parte de la materia orgánica puede convertirse en fertilizantes y abonos para el campo, lo que se conoce como compost. Sin embargo, la exigente normativa europea obliga a que esos desechos vengan ya «limpios» de casa. No pueden haber estado en contacto con otros materiales que pueden resultar peligrosos, como compuestos químicos. Y en el cubo de la basura sigue entrando casi de todo. Por eso, por el momento la planta de Epremasa no puede elaborar compost para venderlo y obtener un beneficio.
Generación
Toda esa materia orgánica, previamente tratada y separada, se emplea ahora mismo en la planta de Epremasa para elaborar gas que se genera en los procesos de descomposición de la materia orgánica. Ese combustible, a su vez, alimenta una planta de generación de electricidad para abastecimiento propio.
A corto plazo, Epremasa dispondrá de una mayor capacidad para generar biometano y además también podrá fabricar compost. Lo hará gracias a una inversión que ya está en marcha, con fondos europeos, para construir una moderna planta de tratamiento justo al lado de las instalaciones actuales. Pero ese material no podría venderse en el mercado, dado que la compañía no tenía en su objeto social la venta de esos subproductos del reciclado. De ahí el cambio en sus estatutos que se acaba de aprobar.
La aprobación
El Gobierno central aprobó en julio conceder una subvención a Epremasa para la ampliación y modernización de su planta de tratamiento en Montalbán. Las ayudas públicas ascienden a casi 17 millones de euros y proceden de los fondos de recuperación del plan Next Generation.
El consejero de Medio Ambiente, Ramón Fernández-Pacheco, avanzó en junio en Córdoba las características básicas que un proyecto que es mucho más amplio, -un polo verde impulsado por la Diputación que supondrá una ampliación y mejora de la planta que Epremasa tiene ahora mismo en funcionamiento en Montalbán. Se trata de la construcción de una instalación diferenciada para el tratamiento de biorresiduos segregados en origen, consistente en la separación y digestión en aeróbica o compostaje.
El lío de los contenedores: hasta 15 espacios distintos
Hasta hace unas décadas, todos los desperdicios que se generaban en cualquier casa iban a parar al mismo sitio: el cubo de la basura. Allí entraba de todo, desde los restos de comida hasta las botellas, plásticos, cartones, pilas, productos químicos, medicinas… Poco a poco, gracias a la mayor concienciación ambiental, se fueron añadiendo contenedores separados. Y cada vez hacen falta más cubos de basura diferenciados. Son 15 los diferentes desechos que hay que separar en los hogares, aunque los más comunes y de uso diario sean solo cinco.
El quinto contenedor ya se ha implantado en la provincia de Córdoba, si bien aún serán necesarias campañas de concienciación para que los usuarios sepan dónde va cada cosa. Los espacios para el papel y cartón, el vidrio y los envases ligeros parecen bastante claros. A esos tres contenedores hay que añadir el de la materia orgánica, donde sólo se pueden depositar restos de comida -incluso en mal estado-, y el denominado «fracción resto», a donde va todo lo demás. O más bien, casi todo lo demás.
Hay que contar con otras diez fracciones de basura que no pueden depositarse en ninguno de los cinco contenedores más comunes. Quizás los residuos más conocidos de este tipo sean el aceite usado, que dispone de contenedores especiales en puntos concretos, o las pilas gastadas, que pueden dejarse por lo común en farmacias o supermercados. Pero a ellos ha que sumar espacios diferenciados para residuos de mayor volumen como los muebles o los electrodomésticos, que van a un punto limpio, neumáticos, residuos vegetales, vehículos, residuos peligrosos o escombros.
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