jueves, 20 marzo, 2025
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La oposición que se cansó de ser oposición

Los viejos panistas, hoy ya fuera del partido, evocan con nostalgia aquella época en la que el PAN fungía como una oposición testimonial frente al régimen priista. Los electores hemos quedado indefensos ante el secuestro ideológico y narrativo de la vida pública de México, con una oposición que se cansó de ser oposición para venderse al régimen mediante acuerdos en lo oscurito de las cámaras de diputados y senadores, ante el oficialismo.

En México, la derecha parece avergonzarse de serlo. Es cada vez más difícil encontrar actores políticos que articulen una agenda de derecha moderna capaz de ofrecer un contraste claro a la narrativa de Morena. En lugar de construir un discurso propio y diferenciado, vemos a los gobernadores de oposición y al propio presidente de Acción Nacional respaldar a Claudia Sheinbaum en temas que podrían haber representado una alternativa atractiva para el electorado indeciso: recordemos el video donde preguntaba “¿Qué necesita, presidenta? ¡Cuente con el PAN!”.

Parecen olvidarse de ese electorado que no acudió a las urnas en 2024 y que no es menor: 38,353,810 ciudadanos decidieron abstenerse, lo que representa el 38.95% del padrón electoral. Esta cifra es superior a la votación total que obtuvo Morena y sus aliados, que sumaron poco más de 35 millones de votos. Esto evidencia que el verdadero desafío político no está solo en disputar el voto duro de Morena, sino en movilizar a quienes se sienten desilusionados o carentes de representación.

Las fuerzas opositoras desaprovecharon la oportunidad de ofrecer una alternativa sólida. Por ejemplo, en lugar de respaldar en silencio las posturas de Claudia Sheinbaum, la oposición —con el PAN como su principal exponente, al haber obtenido más de 8 millones de votos en 2024— pudo haber promovido un mecanismo de encuentro bicameral con congresistas estadounidenses para establecer una agenda parlamentaria que incluyera propuestas en materia comercial y de seguridad pública, temas críticos en la relación bilateral con Estados Unidos.

Esta iniciativa habría permitido plantear soluciones concretas frente a las crecientes tensiones comerciales y la expansión del narcotráfico, dos problemas que Morena ha manejado con torpeza.

La derecha tiene una ventaja ideológica que no ha sabido capitalizar: su énfasis en la libertad individual, la defensa de la propiedad privada y el impulso a la economía de mercado. Mientras el gobierno de Morena ha incrementado el gasto asistencialista en más de 1.7 billones de pesos desde 2018 sin lograr reducir significativamente la pobreza extrema, una propuesta basada en la reactivación económica, la inversión privada y la generación de empleos formales habría ofrecido una alternativa atractiva para millones de mexicanos que hoy enfrentan la precarización laboral y la incertidumbre económica.

Países que han adoptado políticas de corte liberal-conservador, como Chile durante las reformas de los años 90 o el propio Estados Unidos bajo administraciones republicanas, lograron tasas de crecimiento económico superiores al 4% anual, en contraste con el mediocre desempeño de México, que apenas alcanzó el 1.9% en promedio durante el sexenio de López Obrador.

La oposición, y particularmente el PAN, no ha sabido interpretar el rechazo de sus electores a estos acuerdos políticos ambiguos ni ha comprendido el desencanto hacia la agenda progresista. Mucho menos ha logrado articular una posición clara desde la cual pueda presentarse como un actor protagónico en el escenario político.

Ante esta falta de propuesta, sumisión y acuerdos complacientes con Sheinbaum, empresarios, votantes y diversos actores han comenzado a impulsar alternativas republicanas. Destacan entre ellos los grupos de interés que respaldan a Eduardo Verástegui y su partido, así como la creación de fuerzas como México Republicano. Ambas iniciativas, aunque aún pequeñas, representan un intento por rescatar el sentido común, la economía de mercado y las libertades que el PAN y la oposición tradicional dejaron de defender.

Para esos 38,353,810 mexicanos que no votaron por Morena en 2024, el camino hacia una nueva alternativa política parece estar apenas en construcción. Sin embargo, el fracaso del progresismo y el desgaste de la narrativa estatista abren una oportunidad histórica para que la derecha reivindique sus principios y construya una propuesta moderna basada en la libertad, el crecimiento económico y el fortalecimiento del Estado de derecho. Si la oposición no comprende esta realidad, ese vasto electorado seguirá siendo un espacio vacío que nuevas fuerzas políticas bien podrían ocupar.

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