La vicepresidenta de la Nación, Victoria Villarruel, consideró este martes que el ofrecer el «aborto» a una mujer «embarazada en dificultad» es abandonarse a la «mediocridad».
La titular del Senado hizo estas apreciaciones, que abrieron la polémica, en su exposición durante un seminario realizado en la Cámara Alta para conmemorar el «Día del Niño por Nacer».
«Coincidimos en la necesidad de sacar a las mujeres argentinas de vulnerabilidad, pero consideramos que ofrecer el aborto como respuesta a una mujer embarazada en dificultad es abandonarnos a la mediocridad y el desaliento», reflexionó Villarruel.
Y continuó: «Es decirle desde el Estado que no puede traer vida al mundo y que un futuro mejor es inalcanzable: es un mensaje terrible. Por el contrario, el trato digno comienza con el respeto de la integrad física y el reconocimiento al derecho a la vida».
«La defensa de la vida y de la dignidad de la personas por nacer es una causa central en nuestro país y civilización», reflexionó Villarruel en un breve discurso de cierre que tuvo a otros exponentes con postura negativa a la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo.
Para la vicepresidenta, es importante que se reviertan «los procesos de desvalorización de la vida humana, la cultura de la muerte y el descarte».
Según Villarruel, «el derecho a la vida y dignidad humana se protege desde la concepción hasta la muerte natural».
La tasa de natalidad más baja de la historia
«Con la tasa de natalidad más baja de la historia, se pone en evidencia un problema profundo que amenaza las posibilidades. La población es el recurso más valioso de una Nación y la necesidad de incremento de los nacimientos un desafío estratégico», agregó.
En ese contexto, comparó la «tragedia de Bahía Blanca» -que, a su parecer, mostró «la esencia profundamente solidaria de nuestro pueblo»- con lo que denominó «cultura de la muerte».
Y siguió: «Sin embargo, por otro lado, emerge también la llamada ‘cultura de la muerte’ que se manifiesta en la promoción de leyes que legalizan el aborto o en impulsar ideologías que contradicen la biología, generando una atmósfera de pesimismo y desaliento».
«Para la cultura de la muerte los hijos son una carga, y no lo que verdaderamente son: un gran signo de esperanza. Muchas veces, esta atmosfera cultural, y la falta de políticas consecuentes con la persona humana, han generado políticas públicas reduccionistas que promueven una cultura del descarte, alimentando un proceso de deshumanización», argumentó.
Luego, habló de «políticas públicas»: «Muchas madres en nuestro país, especialmente aquellas en situación de vulnerabilidad, no encuentran el apoyo necesario para vivir sus embarazas con esperanza y alegría. Por eso, necesitamos políticas públicas globales que protejan a las madres y les garanticen a ellas y sus familias».