SEVILLA, España (AP) — Con lágrimas de emoción corriendo a menudo por sus rostros, decenas de miles de fieles han abarrotado azoteas, puentes y las estrechas calles de Sevilla, una histórica ciudad del sur de España, para contemplar las veneradas imágenes de Jesús y la Virgen María que salen en procesiones de varias horas durante la Semana Santa.
“Verla en la calle no se puede explicar,” dijo Modesta Montaña, que lloró junto a su hija al paso de la imagen de Nuestra Señora de los Dolores de la Hermandad del Cerro, una de las docenas de cofradías de Sevilla. “Es alegría por tenerla fuera, por lo que mueve, la cantidad de personas que se vuelcan.”
Pero este año, entre los cientos cofrades encargados de cargar los enormes pasos y la multitud que esperaba para verlos también hubo lágrimas de tristeza cuando las tormentas, que en los últimos meses causaron estragos en un país afectado por una larga sequía, cancelaron la salida de varias procesiones en el último minuto.
«Otro año más sin poder ver salir a mi hermandad por culpa de la lluvia. Es muy triste», señaló José Rodríguez, quien esperaba para ver la procesión de la hermandad de los Estudiantes el martes, llorando mientras se cubría el rostro con las manos.
Desde el Domingo de Ramos, una semana antes de la Pascua, cientos de costaleros cargan los enormes pasos con las imágenes sagradas en procesión, mientras los penitentes —vestidos con túnicas y a menudo encapuchados— acompañan a los pasos, en una tradición que se remonta siglos atrás.
El fervor se mantiene en toda España, y en muchas partes de Latinoamérica, incluso en un momento en que mucha gente abandona la religión organizada. En Sevilla, parejas de ancianos aplaudían desde balcones con decoraciones solemnes y una madre amamantaba a su hija entre la multitud mientras un paso procesionaba frente a ellos.
“La juventud, la religión ni se la plantea. Pero la devoción popular es una línea de contención,” afirmó Jesús Resa, presidente de la hermandad de los Estudiantes, que fue fundada hace poco más de un siglo por profesores y estudiantes de la Universidad de Sevilla. “Se acercan muchos jóvenes por ese motivo.”
En reuniones semanales a lo largo del año, la hermandad, que cuenta con 6.000 miembros, prepara su procesión de siete horas el martes de la Semana Santa. Unas 150 personas rotan para cargar con los dos pasos y la comitiva está acompañada por 300 niños monaguillos, que aportan un toque de dulzura en medio de una “seriedad y penitencia muy rigurosas», añadió Resa.
Pero este año, como ya ocurrió el pasado, la lluvia obligó a cancelar la procesión en el último minuto. La hermandad no podía arriesgarse a dañar el crucifijo del siglo XVII del Cristo de la Buena Muerte, por lo que, en su lugar, celebraron un Vía Crucis, la oración que conmemora el camino de Jesús hacia la cruz.
A partir de 2023, una persistente sequía devastó el campo español, y dio paso después a severas inundaciones, entre las que se incluyen no solo las crecidas primaverales sino también las catastróficas inundaciones repentinas que dejaron más de 200 muertos cerca de la ciudad de Valencia, en el este del país, el otoño pasado. Algunos científicos sostienen que el cambio climático puede hacer que estas oscilaciones sean más extremas.
Resa señaló que su hermandad, como muchos otros grupos religiosos en todo el país, había estado rezando para que lloviese durante la sequía.
Esta Semana Santa, cambiaron para pedir a Jesús y la Virgen por la paz mundial, añadió con una sonrisa.
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Las imágenes de esta fotogalería fueron seleccionadas por los editores de fotografía de The Associated Press.
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Dell’Orto informó desde Minneapolis.
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Esta historia fue traducida del inglés por un editor de AP con la ayuda de una herramienta de inteligencia artificial generativa.