Huele que atufa, pero que echa para atrás, el cambio de criterio del Gobierno (secundado de forma acrítica y tarambana por este PSOE de ahora) sobre la obra definitiva que pretende conectar los embalses de La Colada y Sierra Boyera, creando una infraestructura estable que supere lo que se creó con trazas manifiestas de sortear provisionalmente una crisis de abastecimiento. En un tiempo récord, milagroso, la Confederación Hidrográfica del Guadiana ha cambiado de criterio y ha dictaminado que las obras (una interconexión de cuencas en toda regla) son innecesarias, caras y contraproducentes. A buenas horas, señorías, para caerse del caballo teniendo en cuenta que los embalses se crearon, precisamente, con ese diseño de anillo.
El problema de todo esto es que, si las obras fetén no están hechas, es porque el PSOE las dejó morirse cuando gobernaba en la Junta por la vía de la política del corto plazo y el PP tardó horrores en reaccionar una vez que llegó al poder autonómico. Porque esto viene desde hace muchos años, pero muchos muchos. Y no hay que rebuscar tanto en las hemerotecas para caer en la cuenta de que los socialistas estaban hasta antes de ayer reclamando su urgente ejecución. Esteban Morales, que por lo visto es ahora quien manda, acaba de comerse el marrón sensacional de descartar lo que él mismo reclamaba antier mismo.
Afirmar a estas alturas que una conexión creada de aquella manera es suficiente porque el Gobierno lo dice es tratar a las personas como cortas de entendederas. Vale que existe un problema a solucionar sobre la calidad de las aguas, contaminadas de heces animales, pero ese es un motivo para pedir más pasta y no menos. Todo lo que sea dejar una infraestructura en régimen de provisionalidad es ganas de no buscar una solución final, encontrarse otra vez con los camiones cisterna. Y son once millones de euros, que es lo que en obra hídrica se gasta en papel higiénico. No jorobemos que en peores garitas hemos hecho guardia.
Alguien se está callando cosas aquí, llámenme conspiranoico. No se pasa de entender que una inversión es estratégica a que no lo es sin que estén pasando cosas bajo cuerda, sin que se pongan en juego intereses de terceros con derecho a roce. Es raro-raro que el Gobierno de España prohíba expresamente una inversión que estaba anunciada, estudiada y ejecutada en un tanto por ciento más que destacable. Y, encima, en la que no pone ni un maravedí hasta donde tenemos entendido. Me van a perdonar la sospecha, pero este coladero de La Colada, este volantazo indefendible en cualquier otro territorio, no se lo cree nadie.
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