jueves, 6 marzo, 2025
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Talleres gritó campeón, con corazón en los 90 minutos, el alargue y los penales

Talleres y River jugaron un partido de esos con drama. Y no porque se haya tratado de cambios violentos en el marcador, sino porque lo jugaron con excesiva tensión. Urgidos por conseguir un título que les alivie el presente y relance sus futuros. Y se notó. Al punto de llegar a los penales para definir todo. Y ahí fue Talleres el gigante, el que se bancó las desventajas en la definición y lo cerró por 3-2.

Lo que pasó en el partido

El arranque del partido fue el arranque de un partido entre equipos que se respetan, que se miden. Y entre equipos parados de manera similar en cuanto a la disposición de sus jugadores: con el vigente 4-2-3-1.

En ese juego lento del inicio, en el que había que controlar todo, el que se salió del molde fue Rubén Botta, con un zurdazo desde afuera que cruzó todo el arco de Franco Armani y se fue pegado al poste izquierdo del arquero. Iban tres minutos y fue el primer griterío de la gente salido del cancionero de cada una de las tribunas.

Ese Talleres que jugaba de igual volvió a llegar con un remate de lejos de Gastón Benavídez, a los 10. Igual, no había dominador.

Lo que le siguió el partido fueron minutos de fricción, con tres amonestados, con quejas de todo tipo.

A esa monotonía la rompió una jugada maradoneana de Galarza Fonda, con un pie a pie y gambeta que terminó en infracción. Y de ese tiro libre vino una jugada preparada en la que Ulises Ortegoza sacó un derechazo que tapó Franco Armani.

La primera llegada de River fue a los 27, por un zurdazo de Franco Mastantuono, que segundos después la tiró por arriba.

A Talleres y a River les faltaba frescura. Y hasta podía entenderse: se estaba jugando con una temperatura que superaba los 30 grados.

Al ritmo lo rompió Miguel Navarro con un centro desde la izquierda que Federico Girotti no conectó bien de cabeza.

La última de ese primer tiempo denso fue un cabezazo de Miguel Borja que Guido Herrera resolvió con simpleza.

Para el inicio del segundo tiempo, ni Alexander Medina ni Marcelo Gallardo movieron el banco de suplentes.

La dinámica no cambió de arranque. Acaso el remate lejano de Enzo Pérez activó advertencias en un Talleres al que le estaban ganando algunos rebotes.

Para los 10 minutos, ya River dominaba. Estaba activo. Facundo Colidio, que había ingresado por el lesionado Sebastián Driussi en el primer tiempo, empezó a complicar y, en uno de sus aciertos, metió un pase que Borja no conectó por muy poco.

Talleres estaba sofocado por el clima y por ese River intenso. No tenía chispa Talleres. Y por eso Medina confió en Rick (por un Valentín Depietri inofensivo). Gallardo hizo lo suyo poniendo a “Pity” Martínez.

Como pasados los 25, ese Talleres anodino no daba más y no daba para más, entraron Nahuel Bustos y Emanuel Reynoso. Justamente “Bebelo” casi aprovecha una mala salida de Enzo Pérez. Y otra vez “Bebelo” asustó a River con un zurdazo desde afuera.

River salió de contra una vez y por poco no quebró a Talleres. Iban 37 cuando Benavídez le bloqueó un remate a Colidio. Y nada más de esos 90 minutos súperparejos.

Y se vino un alargue. Y ahí Talleres tuvo lo suyo. Con zurdazo de “Bebelo” que despejó Armani y con una jugada en la que Rick no se le pudo escapar a la defensa de River. La segunda parte del alargue fue de máxima tensión. Sin ataques. Con mucho miedo. La resistencia de los equipos estaba el límite y se notó. Y por eso llegaron los penales. Y ahí Talleres lo ganó por el penal de Gastón Benavídez. Y la Olla fue de Talleres. Para siempre.

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